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CAPITULO 97: ¿Todo mentira?
¡No!… No llorare…No lo hare. Aunque sienta que quiero hacerlo no lo hare. Aunque mis ojos pidan a gritos que libere esas saladas y amargas gotas no los complaceré. Aunque me ardan y estén enrojecidos por aguantarme las ganas, prefiero sufrir. Aunque en este mismo instante mis ojos ardieran en fuego y el único recurso que hubiera para apagarlos fueran mis deseosas lágrimas ¡Se joden! Por que no llorare…No llorare, y menos por él, por su culpa.
Con la garganta ardiéndome por todo el modesto enojo que tenia que tragarme a fuerza, entre a mi habitación.
Rápidamente cerré la puerta y me asegure de ponerle todos los insuficientes seguros que habían…El de la manija y una simple cadenita, no bastaba con eso. Me plante frente a la puerta con ambas manos apoyadas en ella y presione fuerte, asimilando ser un pesado y gran mueble que fuera capaz de obstruir la puerta, para así impedir el paso a personas que en este momento no eran bienvenidas, que no quería ver, que no me apetecía escuchar, con las que no quería hablar…No quería…No quería ver, escuchar ni hablar con Tom, no con el.
¿Por qué? ¿Por que se lo dije? ¡Rayos!. Maldita sea mi conciencia por mal aconsejarme. Deje caer la cabeza en la fría puerta, apoyando mi frente y cerrando los ojos frente a esta para no ver la cruda realidad pero fue mucho peor. Todo en mi mente era Tom, Tom, Tom y todo lo desastroso que tuve que pasar– ¡Joder, por que! – Abrí velozmente los ojos y levante la cara, solo esperando, esperando algo que yo creía que pasaría. Tom es muy persistente, no se queda con los brazos cruzados y cuando sabe que algo hizo mal, que fue por su culpa, que fue un error suyo, siempre va y lo arregla. Sea cual sea el caso nunca se queda tranquilo si no lo soluciona. Así que sin la menor duda, sabia que Tom ya se había dado cuenta de su maldito error y no tardaría mucho en acercarse a mi habitación y pedirme perdón o fuera como fuera intentaría abrir la jodida puerta al ver que claramente yo no le abriría, o intentaría hablarme por el otro lado de esta para intentar arreglar esto pero…No venia. Ni siquiera un ruido, una voz o algo con lo que supiera que se encontraba en el pasillo intentando entrar silenciosamente para que no me diera cuenta pero, nada, no oía ni veía nada. Comencé a sentir las manos ya adormecidas de tanta presión que hacían sobre la puerta, así que dando un último vistazo a la mirilla y percatándome que del otro lado no había absolutamente nada, deje de presionar. Me di media vuelta y recargué la espalda sobre la puerta, para después escurrirme como caracol lentamente sobre esta hasta quedar sentado en el suelo con las piernas flexionadas y así poder abrazarlas con fuerza y esconder mi cara en ellas. Sentía mucho coraje, descontrol, tristeza, vergüenza y sobre todo arrepentimiento. Si no se lo hubiera dicho, si no se me hubiera ocurrido nunca preguntarle eso tan estúpido, ahora no estaría sintiéndome tan patético, tan vacio. Jamás en mi vida me había sentido tan humillado que ahora, ni siquiera cuando entre a la adolescencia me sentí como ahora, y eso que es la etapa en la que cometemos grandes estupideces. Recuerdo cuando iba a la escuela, un día fui totalmente ilusionado con un nuevo estilo de vestir, solo quería intentarlo un día. Llegue a la escuela vestido con una falda escocesa, una que me habían obsequiado unos tíos, yo sin rechistar ni nada la acepte, me pareció linda. Para mi punto de vista me gusto como se veía, era cómoda y algo completamente nuevo para mí, así que me gusto. Pero no a mis compañeros, o bueno…Si se les puede llamar así a los niños que todo el tiempo hacían de mi vida un infierno. Ni siquiera había llegado al salón cuando me rodearon varios chicos y me propagaron la golpiza más grande que jamás me habían dado en todo el maldito tiempo que llevaba en la escuela. Me humillaron, me patearon, me golpearon, me escupieron y me arrastraron por todo el lugar ¿Por qué? Por usar una simple falda. Dios…Como desearía mil veces estar en este momento ahí, que en el que estoy ahora. Por lo menos no me humillaron personas a las que yo quería, a las que yo apreciaba, todo lo contrario…Pero aquí es totalmente diferente, me hicieron mucho mas daño, me dañaron por completo y lo peor de todo es que solo fue una persona y ni siquiera tuvo necesidad de usar sus puños para hacerlo, solo palabras bastaron para romperme el alma en un millón de fragmentos irreparables…Estaba devastado.
Me mantuve sentado en el suelo por un tiempo considerable, pensando y con la mínima esperanza de esperar a que sucediera algo detrás de esta puerta, pero no sucedió nada– ¡Jodete…! –A toda prisa, me levante de mi “Cómodo” lugar y me dirigí fugaz hacia la cama, me deje caer con rudeza boca abajo y hundí mi cabeza en la enorme almohada.
A cada segundo, a cada instante, la vergüenza se apoderaba de todo mí ser, en verdad estaba sumamente avergonzado, pero sobre todo herido– ¿Qué rayos fue lo que falló? –Bueno el propósito era tan simple como el saber respirar, solo ir, preguntarle y que Tom dijera que “Si” pero hubo un gran error por parte mía…Yo fui con la estúpida idea en la cabeza de que Tom aceptaría. Que este día lo terminaría con una enorme sonrisa al saber que lo mío con Tom ya era un noviazgo formal. Por que por mucho que me estuviera muriendo de miedo a la hora en que me contestara, una parte dentro de mi decía que me tranquilizara por que en si la respuesta seria Obvia. Por una parte, pensar que me correspondería de inmediato fue lo que me dio más valor. Pero ahora, toda esa hermosa ideología que hace algunos minutos rondó por mi cabeza, se había esfumado tan rápido como viaja una bala. Dejándome mas que confundido y sobretodo sin corazón.
– ¡Maldito seas Tom! –Levanté un poco el cuerpo y con los puños cerrados comencé a darle varios golpes secos a la victima delante de mis ojos que se había apoderado imaginariamente de mi cálida almohada…Tom. Sentía muchísimo coraje. Me había humillado, sin importarle siquiera darme razones justas para que yo pudiera entender por que su negativa contra lo que dije, aun sin que se diera cuenta, me había hecho sentir basura. Y eso yo no se lo perdonaría a nadie, y ahora mucho menos a Tom.
Con la respiración un poco agitada y los brazos doliéndome por tratar de mantenerme alzado, me levante de la posición en la que me encontraba y me senté a la orilla de la cama. Tome la almohada que hace unos segundos había masacrado, la coloque entre mis piernas y de nuevo hundí mi cabeza en ella– ¡Como desearía poder desaparecer en este momento!– Tenia tantas ganas de gritar, de desahogarme, de maldecir una y mil veces mas a Tom para poder estar tranquilo aunque sea por unos momentos pero ya no tenia tiempo para seguir desahogándome, ya que lentamente me fui quedando sin aire. El oxigeno no circulaba tan bien desde la tela de la almohada, pero creo que no me importaba. Hasta pensé por unos instantes en la maravillosa idea de quedarme así hasta perder en si la cordura total que me quedaba, perder la conciencia y despejarme de todo este tormento. Tal vez si ejercía más presión podría llegar a sofocarme del todo y lograría desmayarme para después poder desaparecer de todo esto. Por lo menos así podría evitar que me soltara a llorar. Mi cuerpo inmóvil no me lo permitiría…No podía evitarlo. Sentía un mar de emociones encontradas que provocaban que míos ojos ardieran cada vez más. Con tan solo dar un simple parpadeo sucedería lo peor. Demostraría lo tan débil que soy. Y no, no le daría el gusto. Con mis manos apoyadas en la cama, comencé a estrujar fuertemente las sabanas, retorciéndolas y aprisionándolas entre mis puños, me había quedado completamente sin aire.
De nuevo en mi mente se apoderaron tendencias suicidas y todo por el…Por culpa de él. ¿Tanto me desprecia como para lograr hacer que quiera…Quitarme la vida? Y las razones… ¡Si! De nuevo se trata de el…Tal y como la primera vez. ¡No! Esta vez es muy diferente.
Con la cabeza comenzándome a doler por la falta de oxigeno, y el sudor apoderándose de mi, me levante de la almohada en casi un suspiro– ¡Que coño…Estuve a punto de hacer! – Comencé a recolectar desesperadamente grandes bocanadas de aire, como si estas fueran a ser las últimas de mi vida…Aunque por poco fue así. Tal y como la primera vez, en aquel entonces estuve a punto de cometer una terrible locura al no poder seguir con el remordimiento de estar enamorado de mi propio gemelo y para el colmo, creer que no era correspondido. En ese tiempo estuve a punto de matarme en vano de no a ver sido por Tom que llego a tiempo para impedir esa locura, y por si fuera poco, hacer de el peor día de toda mi vida en el mejor de todos al confesar que también me quería, que yo no estaba completamente loco. Ahora me sentía en el mismo embrollo. Quizás y yo estoy equivocado, quizás el no me desprecia y yo fui el que entendió mal, quizás sea como en aquella ocasión…
“Que ridiculez me estas contando… ¿Bromeas no?”
– ¡No! No bromeo Tom…¡¡No bromeo!! – Recolecte todo el aire que pude y lo deje escapar a cada dos segundos en los que respiraba…Hipeando. No, definitivamente no era como la primera vez.
Las palabras de Tom no salían de mi cabeza. Eran como una maldita melodía tétrica que terminaba dejándome a mi completamente asustado y al hacerlo enseguida volvía a empezar sin mi consentimiento. Me tenía harto– ¡Te odio! –Tome con fuerza la almohada y la arroje lo mas lejos que pude, haciendo que chocara contra la pared. Era como si en ella hubiera depositado toda mi ira para después arrojarla y poder expulsar toda la rabia que tenia dentro de mí, necesitaba desahogarme. Cerré los ojos y apreté fuertemente los puños sin importarme siquiera en dañar las palmas de mis manos con las uñas mientras se enterraban con sutileza. Ese dolor punzante que sentía no me importo. Preferiría sentir mil veces dolor físico en este momento que sentir las incesantes puñaladas que masacraban mi ya roto corazón. Y sobre todo mi orgullo, el cual se había ido al caño al tener que pasar por todo esto.
Me quede por un rato ahí sentado, sin hacer mucho, solo respirar y pensar. Estaba cabizbajo, con la mirada totalmente clavada al piso. Y como si fuera algo que ya tenia la costumbre de hacer…Arrepintiéndome – No, claro que no te odio…– ¿Odiar a Tom? ¡Eso jamás! Antes me declararía marica ante todo el mundo…Era la verdad, yo no odiaba a Tom, ni por nada me cabía en la mente pensarlo siquiera. Sentía coraje, pero aun así aunque me haya lastimado, ¿Sentir odio hacia el? simplemente era algo absurdo para mi…No podía.
Al contrario de todo ese sentimiento tan asqueroso, yo lo quiero bastante y es exactamente lo que provoca dolor en mi, que al parecer el no sienta lo mismo que yo. El saber que, bueno, que mis sentimientos hacia el eran mucho mas fuertes que los que Tom sentía por mi, me ponía mucho mas triste. Se que suena de lo mas envidioso y egoísta, pero es imposible no sentir dolor al pensar en ello. Yo lo quiero mucho mas de lo que él a mi, y ya lo había comprobado. Deje salir un largo suspiro para así tratar de relajarme un poco. Sentía el pequeño mar salado que estaba en la orilla de mis ojos, dudando en que si debía permanecer en su sitio o ir por la opción cobarde y resbalar por mis mejillas, pero antes de que esto sucediera, pase bruscamente mi mano por ellos y los seque a tiempo para que así no puedan revelar lo débil que soy– ¡Joder Bill, no eres tan débil! Estas bien ¿Ves? Tranquilízate–Me deje caer y volví a acomodarme sobre la cama, esta vez recargando la espalda sobre la cabecera. Necesitaba pensar o ¿Era todo lo contrario? Ya no quería seguir razonando y dándole vueltas una y otra vez a los recuerdos prematuros más detestables de toda mi vida. Tal vez debía despejar un poco mi mente. ¿Dormir? Seria una buena opción si tan solo tuviera sueño, el cual no es el caso. ¿Ver TV? Para que…Pura basura hay, y no me apetece nada observar algo que no veré...
–Dios que hago…– Alce la vista al techo y me quede observándolo, aunque no por mucho ya que el color blanco de este no dejaba mucho que mirar. Baje la mirada hacia mis manos y me acomode una pulsera que tenia mal…No tenia nada que hacer. Me acomode aun mas en la cama y gire la mirada hacia el buro que se encontraba a un lado mío…Me quede absorto a lo que se figuro frente a mi. Encima de este simple buro, se encontraba un florero destellante que cautivaba a cualquiera por su bien definida forma, en el se encontraba agua con un toque de colorante demasiado azul, que parecía estar viendo el mismísimo cielo. Pero el agua no estaba ahí solo por que si…Tenia una razón, y era en seguir dando vida a unas demacradas rosas con un color rojo incandescente que acaparaba cualquier mirada indiscreta de quien las llegara a observar. De repente mis labios esbozaron una leve y triste pero notable sonrisa–Mis rosas…– Ahí estaban…Aun seguían donde las había colocado, aquellas rosas…Las que me había regalado Tom. Con cuidado y sin necesidad de levantarme estire un brazo, tome una con suavidad y la mire fijamente…Me percate de algo devastador–Te estas marchitando…–Lo pude notar al ver que el color rojo en si, se estaba volviendo mas obscuro y comenzaban a aparecer pequeñas grietas en cada pétalo. Las rosas en si ya habían sufrido bastante. Del fuerte pisotón que le dio el despistado de Reiko, hasta el largo viaje por el que habían pasado.
Pues ni de coña pensaba dejarlas haya. Tom varias veces me insistió en que no debía traerlas, total, tarde o temprano se marchitarían y entonces tendría que tirarlas. Pero yo nunca accedí a su petición, fue el primer obsequio que me dio Tom desde que empezamos con lo nuestro. Un obsequio que claramente jamás me hubiera esperado viniendo de parte de el. No podía plantearme la idea de dejarlas abandonadas, no, no podía. Recuerdo que las coloque dentro de una caja y las envolví lo suficiente para que esta no se abriera. Durante todo el camino estuve preocupado, ya que me percate que en ese reducido espacio no había agua y oxigeno. Entre en razón de que de inmediato tendría que sacarlas antes de que les afectara más lo seco de la caja. Y así fue, apenas llegue lo primero en desempacar fueron mis rosas. Recuerdo como me puse cuando las vi a todas decaídas, pero por lo menos hice el intento de levantarlas un poco. Eran un obsequio de Tom, secas o no secas me gustaban y no dejaría que alguien más las tocara. Y que ni se les ocurra a las mucamas en tirarlas por que ahora si, me pongo como fiera. Seguí con la mirada perdida en la rosa que se posaba en mi mano, admirándola. Ese día pensé un sinfín de cosas. Que Tom me quería, que me apreciaba, que en verdad le importaba tanto como él me lo hacia saber, que yo era alguien importante en su vida. Ahora todos esos pensamientos se esfumaban como un rayo– ¿Todo este tiempo…Me estuvo mintiendo?...
No quería pensar en eso, no quería. Probablemente llegaría a la solución de que jamás le llegue a importar a Tom. Entonces ¿Por que el detalle? ¿Por qué me dio las rosas ese día? En verdad no lo entiendo. Ese día me había enfadado mucho con el por que me había…Faltado al respeto, y se lo hice saber por supuesto. De ahí el surgimiento de las aclamadas rosas, el me las dio junto con una “Disculpa” y a decir verdad…Lucia bastante arrepentido. Entonces, si no le importara lo que yo piense, diga o haga, ¿Por que se porto de ese modo dulce ese día? Tal vez yo estoy exagerando un poco todo esto, después de todo, fuera de nuestro rollo somos hermanos, de cualquier manera seguiremos teniendo ese tipo de peleas de “Hermandad” queramos o no, y también de una u otra forma jamás le pasare inadvertido a Tom, quiera o no siempre estaré presente en su vida. Pero ¿Y si en verdad no estoy equivocado? Que en realidad no le importo, que no me quiere como yo pensaba, quizás y este ramo fue solo una simple distracción para que el pudiera seguir… ¿Con su engaño?
“Pero Bill, escucha lo que estas diciendo”… – ¡No! no quiero escuchar–Sin soltar la rosa, me lleve las dos manos a los oídos mientras cerraba los ojos con fuerza. En verdad no quería volver a oír todo lo horrible que estaba diciendo…Por que tenía razón. Simplemente e sido un objeto para el. Es mas, creo que en ningún momento pude llegar a…Gustarle.
“Entonces explica por que diablos esta contigo”…Baje las manos y abrí los ojos lentamente tras analizar lo que mi escurridiza conciencia mencionaba. No tarde ni dos segundos para pensar bien… ¡JA! Fácil…Esta conmigo por simple y puro placer. ¿Cómo no pude deducirlo antes? Es Tom. Que tal si no cambio nunca o peor aun…Lo mas seguro era que aun se estuviera acostando con esas putitas.
” Entonces por que sigue contigo si las tiene a ellas” Yo estoy con el todo el tiempo, cada segundo, cada minuto, que mejor que tener a alguien a quien follarse cuando se le apetezca, cuando le den ganas de meterla en un agujero caliente, y yo, como el jodido vulgar que soy…Aceptaría sin prejuicios. Ahora todo para mi tenia sentido, sencillamente e sido un inútil muñeco con que a estado jugando todo este tiempo. Su regalo en si, solo fue una distracción para que el pudiera seguir jugando conmigo…
”Bill estas pensando mal, sin razón”…¡No! vaya que tengo razón, esta mas claro que el agua…–¡Soy el estúpido chico que se enamoro del quien no debía, así de sencillo!–Sujeté la rosa con mucha mas fuerza que antes, quería romperla, hacerla añicos e iba a hacerlo, sentía tanto descontrol, coraje, odio… muchísimo odio, el saber que para Tom solo e sido un pasatiempo divertido, algo con que entretenerse, me destruía por dentro. Todo este lapso había estado dedicándole tiempo a algo que ni siquiera tenía el más mínimo valor.
Un gran ejemplo…Estas rosas, las que había estado cuidando, de las que me había ilusionado y las cuales me habían sacado varias sonrisas y suspiros al contemplarlas…Ya no tenían amor, ahora estaban repletas de mentiras, engaños, de sentimientos impuros y dañinos. Como mi vida. Había estado viviendo algo que no existía, en un mundo de maravillas donde no soy bienvenido.
Apreté fuertemente la rosa entre mi puño, la intención era fácil, convertirla en un millón de partículas innecesarias, quería desaparecerla de mi vista, pero algo dentro de mí no me lo permitió– No puedo hacerlo…–Amaba bastante este ramo como para causarle daño, aun sabiendo la triste realidad y su verdadero significado del cual ahora me había planteado. Abrí lentamente el puño rogando por que no le hubiera causado ningún daño, respire tranquilo al ver que gracias a dios…La rosa estaba bien, solo con unas cuantas grietas más. Otra vez un nudo en la garganta amenazaba con desahogarme pero no, no iba a acceder.
No soportaba esta situación, necesitaba aclarar mis ideas. No quería llorar, y no iba a hacerlo. Lo mejor seria ir a despejarme un poco, andar por ahí. Pensándolo bien, quizás y Tom tenia la intención de venir a buscarme y yo no podía permitir eso, no quería verlo. No podría con la vergüenza…
CONTINUARA...
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