-Buenos días dormilón... -susurró dulcemente Katrin, mientras colocaba sus rubios cabellos detrás de la oreja para que no le estorbaran al descorrer las cortinas- ¿Por qué aún estás en la cama Gustav? -Inquirió risueña acercándose a la cama para destapar al chico de un tirón-. Ni cuando dormías te levantabas tar...
Las palabras murieron en sus labios ante la imagen que las mantas le rebelaron. Gustav con el cabello revuelto y los ojos abiertos como platos, la contemplaba nervioso. Sin embargo lo curioso era que se encontraba bastante acurrucadito sobre el amigo humano del menor de los gemelos, Georg según recordaba, quien aún dormitaba con una tierna sonrisa en sus labios y los brazos fuertemente puestos alrededor del rubio.
Gustav intentaba torpemente soltarse y colocarse en una posición menos comprometedora, mientras Katrin alzaba una ceja con una malévola sonrisita.
En silencio ambos rubios empezaron una guerra de miradas, la chica cada vez más divertida y el otro cada vez mas ofuscado. Tan absortos estaban en su pequeña batalla muda, que no notaron cuando Georg despertó, el castaño empezó a revolverse de manera perezosa, buscando a ciegas las mantas que le fueron arrebatadas hacía algunos minutos, aún en el sopor, lo primero que encontró fue el borde de la camisa de su acompañante, hábilmente metió un brazo por debajo de la camisa y se acurrucó para tener más calor. El rubio al sentir una mano intrusa entre sus ropas se quedó paralizado interrumpiendo su discusión, Katrin en ese momento se convulsionaba intentando contener las carcajadas.
Horrorizado Gustav entendió que estaba peligrosamente a gusto.
-¿Qué hago? -cuestionó a la joven moviendo los labios.
-Despiértalo... con cuidado. -Dijo ella al igual que él, moviendo sólo los labios. Recibiendo un asentimiento como respuesta, Katrin tomó la silla del escritorio y la coloco frente a la cama, eso pintaba ser un buen show.
Tomando una bocanada de aire para coger valor, Gustav acercó lentamente los labios a la oreja del castaño con la intención de despertarlo suavemente. Sólo que no contó con que su posición quedaría más bien a la altura de la barbilla del otro, exhaló frustrado y para su asombro y el de la fémina, a cambio de su aliento, recibió un beso.
Georg al sentir una brisa tocar su barbilla y labios, reaccionó por instinto, sólo giró un poco el rostro y encontró unos labios que encajaron perfectamente con los suyos, pensándose aún por el país de Morfeo decidió disfrutar de la fantasía y masajeó los receptores con los propios. Suavemente pidió permiso de entrada con su lengua, y mira que bueno es el destino, era día de no-cover, su cuerpo reaccionó también al beso y su mano dentro de la camisa de Gustav inició el trabajo de acariciar. Justo en ese instante un estruendo lo trajo de golpe a la realidad. Impulsado por un resorte imaginario se puso de pie sobre la cama, encontrándose con Katrin, la chica encargada del “consultorio” tirada en el piso con una silla al lado mirándolo alucinada.
Alarmado bajó la vista y aún acostado vio a Gustav con la mirada perdida en la nada y una expresión estúpida en el rostro, su camisa desabrochada le hizo caer en cuenta de la situación. La sangre empezó a subir a su rostro y avergonzado notó que no era el único lugar donde había subido... o no era la única cabeza, más bien dicho...
-Creo que...yo...creo... -Balbuceó Katrin boquiabierta, levantando la silla torpemente y encaminándose a la salida- ¡Hasta luego hermanito! -Gritó como despedida al rubio quien solamente respondió asintiendo aún perdido-. Georg, a-adiós.... -tartamudeó al final y se retiró azotando sin querer la puerta.
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-Buenos días -saludó Tom ingresando en la sala de juntas donde sólo se encontraba Andreas, ese día pintaba para bien, al fin había tomado una resolución respecto a Bill.
-Días... -contestó el platinado sin despegar la vista de la revista que supuestamente leía. Esa actitud llamó inmediatamente la atención del chico de rastas, generalmente Andreas era todo entusiasmo, y el papel de amargado se lo quedaba él.
-¿Ocurre algo? -cuestionó Tom confundido.
-¿Pero que escucho? ¿Acaso el gran Kaulitz está preocupado por alguien que no sea él? -exclamó el aludido exageradamente, y molesto se levantó abandonando el salón dando un portazo al salir.
-¿Pero que demonios le pasa...? -se preguntó Bill quien entró después de que Andreas salió, topándose con su mal humor en el camino- Ah...eres tú -exclamó viendo a Tom y se dispuso a retirarse también.
-Bill ¡Espera! -le entretuvo el mayor olvidando de momento el incidente con su mejor amigo.
-¿Qué quieres? -preguntó Bill, bruscamente y sin mirarlo, aparentemente las molduras del techo eran más interesantes.
Olvidando lo que pensaba decirle originalmente le cuestionó desconcertado y herido por su actitud.
-¿Estás molesto conmigo acaso? -Bill miró a su hermano y por un momento el dolor en sus ojos estuvo por conmoverlo, sin embargo al recordar los ruidos, que escuchó la noche anterior, provenientes de ese mismo cuarto le mantuvo firme.
-¿Qué mas te da? Sólo dime lo que quieres o deja de quitarme el tiempo -Tom se quedó mudo ¿qué pasaba ahí? Apenas ayer habían hecho las pases.
Al ver que su hermano no tenía nada que decir, Bill se dio la media vuelta dejando despejado el lugar, y a su gemelo, pensando que a veces hay días en que habría sido mejor no despertar.
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-Alto ahí vaquera -siseó una varonil voz detrás de Katrin petrificándola en el acto, con su mejor máscara de inocencia encaró al joven pelirrojo y la mirada incrédula de éste le aseguró que de ésta no se libraba.
-¡Dimitri! -exclamó la aludida quedándose fulminada por un segundo, con los rojos cabellos del ese hombre- ¿Qué tal amaneciste cielo? -cuestionó dulcemente mientras le daba un besito en los labios con la intención de distraerlo. Una cosa era que ella se divirtiera con la situación en la que encontró a su hermanito y al humano, pero seguramente para el pelirrojo sería un milagro médico, pues si encontraba a Gustav con el castaño no-inmortal primero su corazón volvería a latir y después le daría un infarto.
Los enamorados se dedicaron unos minutos de cariño, y cuando Katrin ya había olvidado por que estaban en ese pasillo, Dimitri contraatacó.
-¿Y que hacías en el cuarto de Gustav hermosa? -interrogó poniendo atención en que las orbes castañas tan parecidas y distintas a los suyas no le mintieran.
-Bueno...mi intención era pedirle que saliera a caminar conmigo, ya sabes. Me encanta este clima -empezó a inventar la rubia-. Y... –Dudó, ¿ahora que?
-¿Y...? -animó el chico pelirrojo acorralándola contra la pared.
-Pues, que lo pillé en ropa interior, fue incómodo -musitó torpemente agradeciendo que el chico interpretara su bochorno al recordar la imagen de su “hermanito” con Georg, con incomodidad por verlo en paños menores.
-Ah, de acuerdo, a ver si así te quitas la maña de entrar sin tocar hermosa -concedió el pelirrojo y le beso brevemente los labios antes de retirarse por el pasillo, del otro lado de la puerta, al mismo tiempo que Katrin, Georg y Gustav soltaron un suspiro aliviado.
-Vaya formita de despertar -musitó el castaño ojiverde, y los hermanos Schâfer no se lo pudieron negar.
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-¿Y ahora qué ocurre? -cuestionó Isabella Trâum, con gesto fastidiado a Andreas quien tenía un gesto entre “Se me murió el perro” y “trágame tierra”. El platinado se encogió de hombros y siguió disfrutando su miseria. Medio frustrada la ojigris recibió a sus hermanas quienes le interrogaron con la mirada, para después recibir a otros cinco miembros más del clan.
Después de un rato de intercambiar susurros, llegaron a dos conclusiones:
1.-Nadie tenía ni la más mínima idea de por qué el Sr. Kaulitz mayor convocó una reunión general obligatoria.
2.- Esa habitación cada vez parecía más pequeña y la multitud más grande, vale que ninguno de ellos respiraba, pero la claustrofobia no se las quitaba nadie.
Luego de aproximadamente treinta minutos, de los largos, las puertas de la habitación conectada a esa al fin se abrieron, revelando un escenario bizarro como espeluznante....y en el centro de todo ello, con pinta de demente que acababa de despertar, les saludaba Tom alegremente.
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