jueves, 14 de enero de 2010

Du bist su. Cap 4 "Ich"

-Sabes que estás siendo un completo idiota ¿cierto? -interrogó Andreas a Tom quien se encontraba aparentemente perdido, contemplando el paisaje nocturno de ese acantilado.

-Olvídalo ya Andi -respondió el de rastas sin expresión alguna en el rostro.

-Hablo en serio ¿no ves que con lo que haces nadie gana? -insistió el platinado y fastidiado saltó al acantilado siguiendo a su amigo, que intentaba escapar una vez más de esa conversación.

-Tú no entiendes nada....es lo mejor -Se excusó el joven Kaulitz, líder de los Bebedores, con gesto abatido.

-¿Para quién? ¿Para Bill o para ti? -cuestionó Andreas levantando la voz involuntariamente.

Habían empezado a seguir un sendero entre el bosque, con sólo la luna como guía de sus pasos. Ni un respiro de animal se escuchaba cerca, todos por instinto huían de los de su especie...bueno, casi todos, Scotty era sin duda alguna clase de perro suicida.

-No puedes reprimir a Bill por siempre...no es justo -Insistió el rubio platinado parándose frente a su amigo.

Si fuera cualquier otro ya estaría atravesando el bosque por un golpe, pero siendo su mejor amigo gozaba de algunos privilegios.

-No puedo permitir que esto le pase a Bill -susurró Tom con la voz quebrada, de pronto había detenido la marcha frente a un riachuelo y contemplaba su figura en el agua. La austera iluminación le daba un toque aún más siniestro del que se había ido forjando desde hacía dos años.

Andreas puso una mano sobre su hombro para hacerle ver que aunque pensara que era un idiota, siempre estaría para él, podía leer en sus ojos lo que estaba pasando por su mente, sin duda estaba recordando...

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-Bill, despierta, Bill, despierta... -Rogaba Tom a su hermano menor que llevaba aproximadamente una hora gritando en sueños.

-Es hora -indicó Demian el encargado de instruirlos, junto con él entraron dos hombres más que pertenecían a la guardia.

-¿Por qué esta así? -inquirió Tom angustiado, él no recordaba haber sufrido tanto cuando le toco transformarse, solamente al estar cerca de la luz y cuando no había comido, sin embargo, era de noche...no entendía que pasaba.

-A él le toco el don de tu padre. Para que pueda funcionar correctamente su mente se expande, por eso duele más -explicó Demian mientras Karlton y Prego sus ayudantes daban instrucciones para preparar a Bill-. Me temo que sufrirá más que tú, tal vez tarde incluso mas tiempo... -Meditó el hombre, era de los pocos con apariencia adulta que había en el clan.

De nuevo un grito desgarrador rompió el silencio, Tom no comprendía como es que su gemelo sentía tanto sufrimiento y aún así no despertaba.

-No es consciente de sí Tom, entiende, es normal...se acostumbrara con el tiempo -trató de tranquilizar el guía.

-¿A que te refieres con que se acostumbrara? -preguntó debatiéndose entre mantener la calma o ponerse a llorar también. Le mataba ver a su hermano así, y de vez en vez sentía pinchazos de dolor, sin duda consecuencia de la conexión que compartían los gemelos.

-Bueno, entre más se desarrolle el don... más dolor vendrá -explicó Demian ultimando ordenes.

De pronto Bill empezó a llamarle, primero entre murmullos después lo clamaba con toda la fuerza de sus pulmones. Tom se acercó inmediatamente a abrazarlo, tenía el rostro de su gemelo sobre su regazo y le cantaba una canción que su madre les había enseñado.

-Tomi... mátame, has que pare... -susurró Bill abriendo apenas los ojos para después volver a gritar en sueños.

Se quedó helado, ¿De verdad era tan terrible que deseaba morir?, no podía permitirlo.

-¿Hay alguna manera de que el ya no sufra? -preguntó directo y firme.

Los tres hombres que dirigían el ritual lo miraron incrédulos.

-¿Qué estás loco? Así es como deben ser las cosas -exclamó Prego tratando de hacerlo entrar en razón.

-No es eso lo que pregunté -se mantuvo firme Tom.

Ninguno quería responder, el pelinegro menor soltó otro grito y Tom presionó con la mirada a los mayores.

-Puedes reprimirlo. Pero no es recomendable -intervino Demian-. Por una razón a cada uno les fue otorgado un don, además, jamás desarrollaría sus habilidades, sería casi un humano. -Exclamó como si tal cosa fuera repugnante.

-¿Qué tengo que hacer? -cuestionó Tom decidido.

-Entiéndalo. Usted no fue seleccionado para eso, es misión de su hermano -insistió Demian, sus ojos azules reflejaban preocupación-. Además, imagine que pasará cuando él lleve tiempo entre nosotros, no es seguro para un ser de sangre caliente estar entre bebedores. Cómo se sentirá él siendo débil y tal vez hasta decida irse con los de su “clase”.

Tom pensó horrorizado la posibilidad de que Bill se alejara de él

- No. -Exclamó tajante- Nadie se atreverá a lastimarlo, yo lo cuidare para siempre, como debe ser, ahora dime -exigió.

-Para que la transformación se realice es necesario que beba sangre para reponer la que se desgasta en la transformación, mientras él no la pruebe ésta se detiene. Es necesario que usted beba algo de su sangre cada vez que un brote de la metamorfosis llegue, de esta manera lo debilita y revierte el proceso. -Los cuatro hombres voltearon sorprendidos hacia Gustav, quien entró en la habitación.

-Gracias -dijo Tom al rubio y se inclinó sobre el cuello de su hermano, para acabar con su dolor, ante la mirada desaprobadora de los otros tres.

Un mareo terrible le invadió, después una sensación como de cuchillo al rojo vivo entrando en su cerebro le abrumo, ¿Así se sentía Bill?, todo el cuerpo le era masacrado en dolor, estaba por empezar a gritar cuando escuchó que la respiración de Bill se acompasaba, haciendo esfuerzo siguió bebiendo hasta que Gustav lo separó, el dolor aún le aquejaba, y le llevo dos días reponerse.

El primer cambio que notó después de eso, fue la capacidad de captar los pensamientos de algunos de sus súbditos, incluso, a veces maravillado,, escuchaba los pensamientos de Bill, casi todos dedicados a él.

Estos lapsos le convencían de que hacía lo correcto. Aunque era el único que lo pensaba.

Un día, mientras Bill dormía y él velaba sus sueños.

-Daría todo por que sigas estando bien -le decía suavemente mientras le acomodaba el cabello, el contraste entre su pálida mano y la piel sonrosada de su gemelo le dolía- De verdad, lo doy todo, incluso si tú dolor debo pasarlo "Yo"

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-¿Seguirás sin dejarlo ser? -cuestionó Andreas, aunque por el tono era una afirmación.

-No espero que lo apruebes. -Respondió Tom, sin embargo su voz manifestaba que necesitaba fuerzas para ser firme-. No imagino siquiera a Bill siendo lo que nosotros somos, él ni siquiera puede matar una jodida araña, ¿De verdad crees que sobrevivirá en una lucha contra otro clan?

-No es tan nenita como tú piensas ¡por Dios! Tú has crecido con él Tom, sabes más que nadie que puede ser perverso cuando lo quiere -contraatacó el platinado, más le fue imposible usar un tono lo suficientemente molesto ante el genuino sentimiento de miedo de su amigo.

-No, no lo entiendes, él no merece esto... mejor así, él podrá ser feliz -Contrariamente a sus palabras la amargura se formó en su faz-. Sin responsabilidades, ni dolor.

-Por más que sean gemelos, tú no eres él -susurró Andreas-. Todavía recuerdo cuando se fracturaron el brazo y la pierna por estar utilizando mal los caballos. Tú llorabas como bebé y Bill, como si nada, miraba maravillado los yesos que le colocaban e intentaba calmarte. O como la vez que se hizo el tatuaje -exclamó esbozando una sonrisa- Te pusiste verde apenas viste que entraba la aguja en su piel y Bill ni siquiera se quejó, sólo preguntaba si estabas bien.

Tom puso su mejor cara de “¡¡¡Mientes!!!”, pero un sonrojo lo delato.

-Él que le tiene miedo al dolor eres tú Tom, no él -Al decir esto recuperó el tono serio-. Además no es idiota, notará que algo raro pasa cuando tenga treinta y su apariencia siga siendo de dieciocho, por favor piénsalo, por más que intentes protegerlo, él sólo quiere estar contigo otra vez. Ya deja torturarte a ti, y a él.

Después de su discurso Andreas se alejó para dejarlo pensar a solas. Tom en realidad estaba teniendo una batalla interna, por un lado su deseo de evitarle sufrimientos a su gemelo, y por el otro, la idea de Andreas era tan tentadora. Después de todo, el también extrañaba a su hermano, no supo en que momento empezó a alejarse, antes de darse cuenta necesitaba hacer cosas para que Bill lo mirara, y cada vez que le veía reír para alguien más se le escurría el diablo y terminaba diciendo cosas desagradables.

Siempre terminaba sintiéndose un idiota, porque cada vez que abandonaba el lugar, podía sentir una opresión en el pecho. Indicación segura de que Bill estaba evitando llorar, por que claro, su hermanito era un orgulloso, y la única persona frente a quien lloraba, era justamente quien se lo ocasionaba para luego alejarse.

-Por que ese soy Yo... -se reprochó el de rastas.

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