De Regreso.
-Deberías darte un baño para relajarte y luego te vas a dormir ¿de acuerdo? -le dijo Tom mientras abría la puerta de la habitación.
-Solo si… -Tom lo miró esperando que continuara, su hermano tenías las mejillas ruborizadas – Solo si… me acompañas en todo - El de trenzas lo miró con mucha ternura, lo tomó de la mano y mientras cerraba la puerta con el pie lo besó suavemente.
-Si eso te hace feliz, lo haré – Bill lo miró y sonrió, volvieron a besarse pero esta vez con más pasión.
-Te amo – susurró Tom entre jadeos.
Fueron juntos al baño donde el mayor ayudó a su gemelo quitarse la ropa, notó como Bill se puso algo nervioso cuando le pasó la mano por el pecho.
-¿Te ocurre algo?
-No, no, es que… es como un sueño –mintió, había recordado el mal trago que pasó con el secuestrador. No quería preocupar a Tom por lo que sonrió a medias.
-Mientes Bill, te conozco demasiado bien para saber cuándo mientes y cuando no. ¿Qué te hicieron? – El peli negro bajo la cabeza, sus ojos que hacía un momento brillaban estaba apagados y tristes. –Cuéntame –lo abrazó.
Bill recostó su cabeza contra el pecho de Tom, cerró los ojos con fuerzas haciendo que le rodaran por la mejilla unas lágrimas. Se preocupó aún más al notar el llanto de su hermano.
-Tom… yo… -cogió aire con dificultad. –Intentaron violarme –dijo muy bajito.
El guitarrista no salía de su asombro, el cuerpo se le llenó de odio y de rabia tenía ganas de ir a buscar el hijo de puta mal nacido para romperle la cara pero en vez de eso estrechó su hermano entre sus brazos para consolarlo.
-Shh… Ya pasó, no pienses en eso – Le limpió las lagrimas con el reverso de la mano acariciando su mejilla de paso. –No llores más ¿vale? No puedo soportarlo verte así –Bill asintió, recuperó fuerzas y siguió desvistiéndose ante su gemelo, este también fue quitándose la ropa para bañarse juntos.
Llenaron la bañera y ambos se metieron, primero Tom y luego Bill, de forma que el peli negro pudiera apoyar contra él. El silencio fue casi absoluto si no fuera por las respiraciones de ellos y el sonido del agua cuando se movían.
Tras darse ese baño Tom ayudó a Bill a secarse, con delicadeza le pasaba la toalla por todo el cuerpo quitándole cada gota de agua que le excitaban tanto verlas encima de la piel pálida de Bill. Más tarde, como a un niño pequeño, el mayor le puso el pijama con mucho cariño y amor. El cantante le sonreía feliz y de vez en cuando lo besaba a traición.
Todas estas acciones trascurrieron en silencio, sin mencionar palabra alguna. No hacía falta. Con las miradas y las caricias se decían todo.
Tom se acostó al lado de su hermano, le quitó el mechón de pelo de la cara para mirarle bien a los ojos. Se sonrieron y se dieron un beso de buenas noches.
A la mañana siguiente en el desayuno:
-Hombre, hasta que apareces. ¿Dónde estabas? –le preguntó Georg al ver a Bill acompañado de Tom llegar a la mesa en donde estaba desayunado con Gustav.
-Sí bueno... –El cantante no sabía que decir.
-Como ya os dije a Bill le dio una crisis de comprar ropa y se largó a Nueva York –Tom le dio un pequeño empujón para que le siguiera la corriente.
-Sí, sí, pero no fue lo mismo sin ustedes –sonrío falsamente y se sentó a la mesa.
Tom notaba el nerviosismo de Bill, ya que le veía mover la pierda era un pequeño tic que tenía cuando tenía los nervios al límite. Pero el mirar cada cierto tiempo hacia él y pasando con la mirada por todo el comedor, le preocupaba. No había visto la noche anterior ninguna herida externa, (aparte del rasguño del disparo); no quería pensar en secuelas psicológicas a causa de ese intento de violación, si a partir de ese trauma psicológico desarrollaba una fobia a los extraños… su carrera se iba a pique. Tenía que hacer algo para que evitar todo esto pero… ¿qué puede hacer él, sin que nadie se diera cuentas del secuestro?
Con discreción Tom cogió la mano de Bill debajo de la mesa, se miraron unos segundos. Eso basto para decirse muchas cosas.
-“No tengas miedo” –le decía Tom tan solo con la mirada.
-“Lo siento, no puedo evitarlo” –respondió Bill.
-“Siempre estaré contigo, te amo”
-“Yo también pero no quiero que te preocupes más.”
Siempre tuvieron ese “poder” de comunicación, con mirarse a los ojos o tomarse de la mano podía decirse todo lo que querían, sin que nadie jamás supiera nada.
Después del desayuno tocaba sesión de fotos, una par de entrevistas y de vuelta al hotel.
Tom no dejaba que Bill fuera a ningún lado solo o que no estuviera acompañado de alguien conocido. Resultaba algo raro para Georg y Gustav, aunque acostumbrado a verlos siempre juntos, nunca había visto a Tom tan protector con Bill. Querían preguntar sobre ello pero al final decidieron pensar que era cosa de hermanos.
Cuatro o cinco horas más tarde
Todos estaban reventados se les acaba de sumar otra sesión de fotografía. Sobre todo Tom, casi no había dormido por la noche velando el sueño de Bill.
Le parecía tan injusto todo lo que le pasaba, tan miserablemente injusto. ¿Por qué a él le tenían que robar el amor y luego devolvérselo con graves secuelas?
Una semana más tarde.
Ya no sé qué hacer para animar a Bill, no ha vuelto a sonreír desde aquello. Esa tristeza me recordaba a cuando nos denegaron nuestro primer contrato hace años. Bill no había sonreído en varios días, no podía animarlo de ninguna manera, y eso a mí me dolía.
Ahora, como cuando éramos pequeños, Bill duerme conmigo. Tiene miedo a volver a pasar por la misma situación, teme a que le vuelvan a secuestrar. Siempre lo abrazo por la noche mientras que él apoya su cabeza en mi pecho y así hasta dormirse.
La otra noche me desperté de un horrible sueño.
Flashback.
Me encontraba en aquel extraño edifico abandonado. Subí las escaleras como lo hice en aquella situación. Volví a ver esa luz tenue que iluminaba el pasillo donde había encontrado a Bill. Pero esta vez fue distinto. Seguí caminado y entré en una oficina, la alfombra roja que en su momento seguro que brillaba ahora estaba totalmente desgastada, sucia y rota. Seguí inspeccionado el lugar, me di cuenta que todas las demás puertas estaban abiertas menos una. Decidí averiguar lo que se escondía allí, con pasos torpes e inseguros llegué ante la habitación. Me templaba la mano, no tenía ni fuerzas para abrir la puerta pero como por arte de mágica se abrió de golpe. Su interior estaba casi a oscuras, mi corazón latía a mil por horas, me adentré en aquel lugar mientras que la puerta se cerró de pronto. Quise dar la vuelta pero ahora que poco a poco conseguía distinguir algo, no retrocedí.
Comencé a oír a alguien llorar y a alguien gritar quería saber quién era pero mis piernas no me respondía.
-¡No llores, nenazas! Pero si pareces una chica y todo –una voz de hombre se río –Quizás gimes como una de ellas.
-¡Suéltame! –gritó la otra persona. La escena se iluminó de pronto.
¿Bill? ¡¿Bill?! Vi como se retorcía en manos de aquel tipo. Sentí como la sangre me hervía en mi cuerpo, de la rabia. Quería matar a golpes a aquel hijo de puta con mis propias manos.
-¡No! ¡Suéltame! –suplicó otra vez, no quería ni ver lo que iba a ocurrir.
-Tranquilo guapito, esto no te va a doler.
-¡No! Por favor… suélteme.
Había conseguido quitarle los pantalones, aquel hijo de puta también estaba a punto de hacerle lo imperdonable.
-¡BILL!
Fin del Flashback.
Me desperté totalmente sudado, rápidamente me giré hacia el lado de Bill. Lo encontré temblando mientras lloraba en sueños. Intenté despertarlo, en cuanto lo conseguí lo abracé con fuerzas. No entendió muy bien la situación pero sé que me agradeció haberlo despertado.
Esta situación no podía seguir así, tenía que hablar con David sobre el asusto y encontrar un buen psicólogo para Bill.
Al día siguiente me levanté despacio para que Bill no se diera cuenta y siguiera durmiendo tranquilamente, estuvo a punto de despertarse pero solo dijo una cosa:
-No te tardes.
Fui a hablar con David, seguro que me gritaría por despertarle tan temprano pero se podría decir que “valía la pena”. Entre bostezo y bostezo le iba contando lo ocurrió y a media que contaba la historia más podía ver como David se despertaba y al fianl:
-¡¿QUÉ HA SUCEDIDO QUE?! –me gritó histérico, comenzó a dar vueltas por la habitación diciendo que no se lo podía creer.
-Siento no haberte avisado –intentaba disculparme.
-Pero Tom como no dijiste nada, debiste hablar conmigo.
-¡Lo iban a matar! ¿¡Crees que quería poner en juego la vida de Bill!?
-Ya lo sé pero…
-¡Pero nada, David! Lo dispararon ante mis ojos, creí morir en ese momento –Después de una semana me había dado cuenta de lo cerca que había estado de perder lo más sagrado en mi vida, pude haberlo perdido. Noté como las lágrimas me recorrían la cara poquito a poco.
-Toc toc. –Me quede fijamente mirando a mi hermano que acaba de entrar.
-Perdón… Oí gri… Tomy… ¿por qué lloras? –
-¿Eh? –Me sequé con el reveso de la mano rápidamente el llanto. –No es nada.
-Tom… -dijo David, lo miré. – Bill, tu hermano me contó lo ocurrido, la verdad no quiero dramatizar pero según lo que me ha contado Tom deberías ir a un psicólogo.
-¿Un psicólogo?¿Para qué?
-¿Bill? ¿No recuerdas lo que te ocurrió? –dije con miedo acercándome a él, vi esa mirada de inocencia que hacía años que no había visto en los ojos de Bill
-¿De que me iba a acordar? Por cierto estás algo raro, ¿y tus rastras?
-Bill… ¿qué día es hoy? –dijo David situándose a mi lado.
-¿Y usted quién es?
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