- Tom... - gemía Bill sin parar, se estaba volviendo loco de placer.
- Me... encanta que... grites mi nombre -dijo él con esfuerzo por el cansancio que sentía.
Se encontraba en el hotel después de un concierto no era la primera vez que se acostaban juntos. Bill amaba cada movimiento Tom, el cuerpo de su hermano era tan perfecto totalmente entrenado sin hacer mucho ejercicio. Sus labios eran tan pasionales y el pircing que llevaba lo hacía enloquecer más aún. De solo sentirlo cuando Tom lo besaba se le escapaba un gemido y el mayor no podía evitar que se le escapara una risita.
El menor estaba apunto de correrse cuando....
-¡¡¡BILL!!!¡DESPIERTA!!! - casi se cae de la cama del susto que le metió su hermano.
-¿¡Pero qué!? - lo miró de mala gana, él solo sonrió. Bill se dio la vuelta y se tapó con la manta hasta la cabeza para poder volver a dormir.
- ¡Ah no de eso nada! - le retiró la manta de golpe. Dejando a descubierto la notable erección del gemelo menor que sólo estaba en boxer porque le entró un calor enorme por la madrugada. - ¡Joder, Bill! - El chico de rastras miró el bulto sin evitar mojarse los labios.
El menor siguió la trayectoria de la mirada y visualizó el problema. Se aguantó un gritó, saltó de la cama y corrió lo más rapido posible hasta el baño. Encerrándose en él. Mientras tanto escuchaba las carcajadas de Tom en la habitación.
- Joder que vergüenza- pensó Bill. - Me preguntó por qué... - en este momento recordó el sueño tan placentero que tuvo y no pudo acabar. - Maldita seas, Tom.
El mayor se limpió las lagrimas de la risa con la mano, él también se preguntaba el por qué, pero no el por qué de la erección sino el por qué del comportamiento de su hermano ante él. Sabía que era muy delicado en esas cosa pero ¿tanto?
- Ojala yo hubiera sido el causante - pensó. Agitó rápidamente la cabeza para intentar eliminar el comentario que había hecho sin pensar. Decidió averiguar lo que le pasaba antes de que él también tuviera un "problema" como su hermano.
- ¡¿Bill?! Vamos ábreme, no tiene que sentir vergüenza - intentó no reír - Venga, soy tu hermano, quizás... puedo ayudarte -dijo en con una voz seductora. No era la primera vez que Tom se ponía en ese plan con él y tampoco era la primera vez que pensaba de forma más "sucia" en él.
- ¡No quiero! - gritó Bill, estaba recostado en la puerta todavía con la notable excitación que había aumentado al oír ese "puedo ayudarte".
- Venga... abre. Bill... -insistió.
- Qué hago... ¿Si le abro? No, no, no. Pero... ¡Joder! Lo necesito. - pensó, mientras Tom seguía golpeando la puerta. Al final el menor se rindió y dejó que pasara.
- Menos mal... - se quejó el de rastras. Veía a su gemelo rojo de la vergüenza tapando su erección las manos.
- Tom... yo... ayúdame. - intentó sonreír sin excito.
- Re... repite eso. - no se lo podía creer.
- Ya me has escuchado.
Cerró la puerta con llave y se acercó a su hermano menor.
- Encantado - le susurró. - Pero antes me tienes que decir que estabas soñado para despertarte de esta manera.
- Me... encanta que... grites mi nombre -dijo él con esfuerzo por el cansancio que sentía.
Se encontraba en el hotel después de un concierto no era la primera vez que se acostaban juntos. Bill amaba cada movimiento Tom, el cuerpo de su hermano era tan perfecto totalmente entrenado sin hacer mucho ejercicio. Sus labios eran tan pasionales y el pircing que llevaba lo hacía enloquecer más aún. De solo sentirlo cuando Tom lo besaba se le escapaba un gemido y el mayor no podía evitar que se le escapara una risita.
El menor estaba apunto de correrse cuando....
-¡¡¡BILL!!!¡DESPIERTA!!! - casi se cae de la cama del susto que le metió su hermano.
-¿¡Pero qué!? - lo miró de mala gana, él solo sonrió. Bill se dio la vuelta y se tapó con la manta hasta la cabeza para poder volver a dormir.
- ¡Ah no de eso nada! - le retiró la manta de golpe. Dejando a descubierto la notable erección del gemelo menor que sólo estaba en boxer porque le entró un calor enorme por la madrugada. - ¡Joder, Bill! - El chico de rastras miró el bulto sin evitar mojarse los labios.
El menor siguió la trayectoria de la mirada y visualizó el problema. Se aguantó un gritó, saltó de la cama y corrió lo más rapido posible hasta el baño. Encerrándose en él. Mientras tanto escuchaba las carcajadas de Tom en la habitación.
- Joder que vergüenza- pensó Bill. - Me preguntó por qué... - en este momento recordó el sueño tan placentero que tuvo y no pudo acabar. - Maldita seas, Tom.
El mayor se limpió las lagrimas de la risa con la mano, él también se preguntaba el por qué, pero no el por qué de la erección sino el por qué del comportamiento de su hermano ante él. Sabía que era muy delicado en esas cosa pero ¿tanto?
- Ojala yo hubiera sido el causante - pensó. Agitó rápidamente la cabeza para intentar eliminar el comentario que había hecho sin pensar. Decidió averiguar lo que le pasaba antes de que él también tuviera un "problema" como su hermano.
- ¡¿Bill?! Vamos ábreme, no tiene que sentir vergüenza - intentó no reír - Venga, soy tu hermano, quizás... puedo ayudarte -dijo en con una voz seductora. No era la primera vez que Tom se ponía en ese plan con él y tampoco era la primera vez que pensaba de forma más "sucia" en él.
- ¡No quiero! - gritó Bill, estaba recostado en la puerta todavía con la notable excitación que había aumentado al oír ese "puedo ayudarte".
- Venga... abre. Bill... -insistió.
- Qué hago... ¿Si le abro? No, no, no. Pero... ¡Joder! Lo necesito. - pensó, mientras Tom seguía golpeando la puerta. Al final el menor se rindió y dejó que pasara.
- Menos mal... - se quejó el de rastras. Veía a su gemelo rojo de la vergüenza tapando su erección las manos.
- Tom... yo... ayúdame. - intentó sonreír sin excito.
- Re... repite eso. - no se lo podía creer.
- Ya me has escuchado.
Cerró la puerta con llave y se acercó a su hermano menor.
- Encantado - le susurró. - Pero antes me tienes que decir que estabas soñado para despertarte de esta manera.
- ¡Ni hablar! Eso es cosa mía.
- Ah.. pues no te ayudo. Tu mismo. - Tom se dio la vuelta haciendo como queriendo irse, pero sabía demasiado bien que Bill se lo iba a contar más tarde o temprano. El pelinegro se quedo callado no quería parecer desesperado pero tampoco quería dejar pasar una oportunidad como esta. Tenía que hacer algo pero ¿qué?
- No... te vayas - mustió Bill. El guitarrista sonrió plácidamente.
- Lo sabía - pensó, se dio la vuelta y volvió a acercarse a su hermano. -Ahora me vas a contar.
- No. Primero... ayúdame. -Tom se encogió de hombros e incitó a Bill a bajarse los bóxer y luego a sentarse en el borde de la bañera. El mayor estaba realmente sorprendido y al vez irritado.
- ¿Cómo puede tenerla más grande que yo? - casi quería echarse a llorar, le habían lado en el lugar en donde más le dolía en sus partes más bajas. - Será hijo de puta, encima que yo soy el mayor es más alto y la tiene más larga. Solo me queda el consuelo que soy más guapo y listo. - Suspiró para sí.
Bill lo miraba algo desesperado, quería acabar lo antes posible.
- Vamos allá - se animó para sí mismo Tom.
Comenzó a lamer despacio el miembro del menor haciendo que emitiera gemidos muy leves, Tom rezaba para no correse en los pantalones ya que esto también le estaba resultado muy excitante. Siguió con su trabajo muy elaborado mientras que Bill empezaba casi a gritar de placer.
- Tom... má... más... rápido -decía entre jadeos. Él obedecía, aumentó el ritmo hasta que al fin Bill se corrió en la boca de Tom. Este no tenía mas remedio que tragar, no estaba acostumbrado más bien era la primera vez que hacía aquello sin embargo al menor le pareció la gloria.
- ¿Qué tal? - dijo el de rastras limpiándose el resto de esencia de la boca con el reverso de la mano.
- Estuvo de puta madre pero me falta una cosa -dijo este levantándose.
- ¿Mmm? - Bill se puso enfrente de Tom y se acercó a él peligrosamente. -¿Qué...?
No puedo ni terminar, los labios del menor se lo impedía. Tan solo fue un simple beso sin lengua pero Tom lo disfrutó muchísimo a igual que Bill.
El pelinegro sonrió y luego echó a su hermano para poder ducharse. El guitarrista se quedó apoyado en la puerta y dijo en un susurró:
- Buenos días.
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