-¡Bill! – gritó Tom al ver su querida camiseta negra en el suelo cerca de un charco, que por su olor que desprendía, era acetona. No hacía falta acercarse mucho porque al lado se encontraba el bote casi vació.
- Me voy a cagar en su puta acetona – refunfuñó, mientras recogía la camiseta con cuidado con las putas de los dedos para no ensuciarse las manos de aquel liquido repúgnate.
Qué raro normalmente Bill lo recoge todo. Al de rastras le entró un poco el pánico y no supo bien porque.
-¡Bill! ¡¿Dónde estás?! –lo buscó en el baño de la habitación del hotel, no había nadie. Vio que la plancha del pelo estaba a medio recoger, se acercó un poco, Todavía está caliente. Por lo que supuso que Bill lo dejó enfriar. ¿Dónde estás?
Decidió ir a ver a Gerog y Gustav por si sabían el paradero de su hermano. Tocó la puerta de los G’s y preguntó:
- Chicos, ¿sabéis donde está Bill? – Georg miró a Gustav y se encogió de hombros.
- No, ¿no estaba contigo? –dijo Gustav.
- No salí un momento a por cigarrillos y ya no estaba.
Tom comenzó a ponerse más nervioso, no quería que su presentimiento se hiciera realidad.
Flashback.
Mientras iba a la máquina de cigarrillos una imagen le atravesó la mente en un segundo haciéndole sentir un escalofrío tremendo. Bill…
Había visto como alguien cogía a Bill, lo ataba y se lo llevaba. Vio como su hermano menos intentaba gritar su nombre pero no podía porque le estaban tapando la boca. Esto se le pasó por la cabeza en tan solo 2 segundos. Decidió no hacer caso y volvió a la habitación donde supuestamente estaba Bill.
Fin del Flashback.
Se le abrieron los ojos como platos y corrió de vuelta a la habitación.
-¡Tom! –gritaron sus amigos detrás.
No, no, no puede ser. Por favor.
Abrió la puerta como pudo, y buscó cualquier indicio de lucha, no se había dado cuenta al volver pero ahora…
Vio que había una lámpara en el suelo destrozada, la cama que estaba bien tendida antes de que él saliera estaba desordenada como si alguien hubiera intentado agarrase a las sabanas. Las sillas tumbadas, cosas tiradas por el suelo…
A Tom le volvió a recorrer un escalofrío, se sentó enfrente del espejo del tocador. Al alzar la mirad vio colgar una nota del espejo.
¿Quieres volver a ver tu hermano?
Trae 1 millón de € al edificio abandonado de telefonía a media noche.
Ven solo, no avises a nadie, o…
A tu gemelo LE IRÁ MUY MAL.
-Bill… - las lágrimas comenzaron a salirle de la rabia y de la impotencia. Debía cubrir todos los estropicios para que nadie se diera cuenta. Comenzó a recoger todo; Bill… Por favor… aguanta… No sabía qué hacer sin ti; con las lágrimas en su cara y a ingeniar un plan para salvar a su hermano pequeño como sea.
Obviamente dinero no le faltaba pero dudaba en que los secuestradores le devolvieran a Bill entero. En aquel momento Tom se arrepentía en no haberle confesado la noche anterior a su pequeño hermano sus verdaderos sentimientos.
Flashback.
El peli negro estaba acostado en la cama haciendo zapping, no encontraba nada divertido para mirar. Observó a Tom, que estaba sentado en el sillón, limpiando las cuerdas de su guitarra con la mirada algo perdida y muy callado. Apagó la tele y tiró el mando en el suelo.
-¿Tom? –dijo Bill despacio sin saber por dónde empezar para sacarle algo de información al de trenzas.
-¿Mmm?
-¿Qué… te pasa? Estás muy callado y llevas como un cuarto de horas limpiando la guitarra –Tom lo miró por un instante y luego bajó la mirada, concentrándose en pasar el paño húmedo otra vez por el mismo lugar. Bill no entendía nada, era la primera vez que lo veía tan ¿pensativo y tranquilo?
-¿Tom? –volvió a decir este. No respondió -¿Qué tienes Tomi?
El menor comenzó a preocuparse seriamente por el comportamiento del otro, llevaba unos días así pero no lograba descifrar la clave. Cansado, Bill se levantó y se acercó a su gemelo le quitó la guitarra (Tom no lo evitó) y se sentó en su regazo. Le acarició con un dedo la mejilla.
-Tom, mírame – puso el mismo dedo bajó su barbilla y se le hizo levantar la cabeza. A Bill se le abrieron los ojos de la sorpresa, Tom… estaba llorando. Lo abrazó muy fuerte y decidió no preguntarle más.
- Bill… -dijo el mayor con la cabeza apoyada en el pecho del otro. Su hermano le acarició el pelo en señal de respuesta -¿Puedo quedarme… estas noche contigo? Como cuando éramos pequeños.
-Claro, Tomi. Lo que haga falta para que te sientas bien –susurró él.
Fin del Flashback.
En aquella ocasión pudo haber hablado de lo que sentía pero lo único que hizo fue llorar. Llorar como un niño pequeño que le han quitado su juguete. Deseaban tanto echar el tiempo atrás, quería no haber salido nunca de la maldita habitación, no haberse apartado de Bill…
Mientras que Tom planeaba el rescate y sacaba de la cuenta todo el dinero…
….En algún lugar de un edificio abandonado de aquella cuidad, yacía Bill en el suelo medio dormido a causa del cloroformo utilizado. El chico de 20 años intentaba recuperar la orientación sin excitó alguno, la habitación estaba en penumbra casi no distinguía nada. Se levantó tambaleando apoyando la espalda a la pared para no caerse.
-¿Qué ha…? ¿Qué ha pasado? – le dolía todo el cuerpo y tenía mucho frío. Se frotó los brazos para entrar en calor. Tom… Miró a su alrededor agitado en busca de su hermano mayor que no localizaba. Corrió hasta la puerta intentó abrirla pero estaba cerrada.
- Tomi –dijo bajito, solo oyó el eco de su voz. Dio vueltas en la habitación oscura pensando sobre donde estaba y que había pasado. De repente recordó todo, el forcejeo en su cuarto mientras se pintaba las uñas, sus gritos ahogados, las cosas que cayeron al suelo… y el paño húmedo que le hizo dormir.
Buscó en sus bolsillos el móvil pero no estaba. Seguro que me lo quitaron. No podía hacer nada, aparte de llorar y esperar a que Tom lo encontrara, tarde o temprano. Se sentó en una esquina al fondo de la habitación, rodeó sus piernas con los brazos y metió la cabeza entre ellas. (Tenía suerte de que el suelo tenía una especie de alfombra sino se hubiera helado el trasero.)
Pasaron una, dos y tres horas hasta que Bill oyó una voz extraña que proveía del otro lado de la puerta. Se encogió más en su esquina pensando que no lo iban a ver.
-¡Tú! –chilló un desconocido. Bill se sobre salto y miro por encima de sus rodillas con miedo. -¡Más te vale que tu hermano pagué y se atenga a las condiciones! Sino… te irá MUY MAL –resaltó las últimas palabras.
El peli negro comenzó a llorar de la desesperación, el miedo se apoderó de él de solo pensar que no volvería a ver a Tom. Tom…mi dulce Tom… Recordó sus ojos marrones que lo miraban cada vez que estaba triste, su sonrisa cuando se le ocurría una idea estúpida y sobre todo sus labios que nunca pudo tocar por el mero hecho de ser hermano, pero luego también estaban sus manos que cada noche deseaba que le recorrieran el cuerpo. Tom… Ese era el único amor que había conocido en su vida y el único que nunca podrá ser.
-¡No llores, nenazas! – el hombre caminó hacia él, llevaba un conjunto deportivo negro y rojo, que Bill no distinguía en la oscuridad. En la cara el desconocido tenía una cicatriz que le bajaba desde el ojo derecho hasta la mejilla, Bill nunca había visto un hombre tan siniestro podía ver en sus ojos que era capaz de matar.
El secuestrado le obligó a levantarse del suelo, lo agarró del brazo con fuerzas haciendo que Bill emitiera un pequeño grito. Estaba temblando de solo pensar que le pegaría.
-Pero si pareces una chica y todo –se río –Quizás gimes como una de ellas.
-¡Suéltame! –gritó el peli negro de terror intentando liberarse de las manos del agresor pero sin mucho excito. El hombre con un ligero movimiento lo puso de cara a la pared, con una mano lo sujetaba y con la otra comenzaba a bajarle los pantalones.
-¡No! ¡Suéltame!-siguió forcejeando. El hombre siguió haciendo caso omiso a las suplicas de Bill. Empezó a besarlo por el cuello, entre tanto ya se había liberado de los pantalones de Bill y los suyos propios.
Su víctima no dejaba de llorar y suplicar por piedad.
-Tranquilo guapito, esto no te va a doler.
-¡No! Por favor… suélteme.
-¡Eh! ¿¡Qué haces imbécil!? –gritó otro tipo que acaba de llegar. -¡No seas bestia! ¡Ve al puticlub si quieres sexo!
-¡Joder! Con lo que me gusta este –se río y soltó a Bill que cayó al suelo de la impotencia.
El hombre se abrochó los pantalones y salió con el otro tipo, dejando al cantante solo y encerrado en su celda.
-Tom… Tom… Rette mich… -susurró Bill antes de desmayarse de agotamiento.
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-¡Bill! – El chico de trenzas miró a su alrededor jurando haber escuchado a su hermano por algún lado pero no era así, se hallaba solo en la habitación con el maletín de billetes encima de la mesa. ¿Qué iba a hacer en las próximas horas? Tenía el dinero pero… ¿Dónde estaba la garantía que Bill estaba bien? No podía dormir por si lo llamaban por teléfono, no podía hablar sino lo matarían.
- Bill…- se recostó en la cama con una foto de los dos en la mano. Era una foto de cuando cumplieron los 18 años, Menuda fiesta pensó y se río. Aquel día Bill se enfadó con él pero nunca supo el por qué y hasta hoy no se lo cuestionaba.
Al día siguiente por la noche.
Tom estaba a punto de subirse por las paredes mientras se arrancaba los pelos uno a uno del nerviosismo que tenía, los secuestradores como el temía llamaron.
Flashback.
Tom se sobresaltó al oír su móvil sonar, dudó en cogerlo unas milésimas de segundo pero necesitaba saber quién era.
-¿Diga?
-¿Tom Kaulitz? –preguntaron.
-Sí soy yo. ¿Quién es? –dijo aun más nervioso.
-Tenemos a tu hermano, ahora escucha. ¿Tienes el dinero?
-Sí.
-Muy bien, eso me gusta.
-¿Cómo está Bill? ¿Puedo hablar con él?
-¡Eh! Tranquilo, si puedes hablar con él pero te costará un poco más de dinero.
-¡¿Cuánto?! ¡¿Dígame cuánto?! –estaba al borde de la desesperación.
-5.000 más.
-Sí, sí lo que quieran pero déjeme hablar con él.
-Tenéis dos minutos. –Tom oyó como el hombre decía algo más pero no logró entenderlo. Deseaba tanto escuchar la voz de Bill que casi no se creyó al oírlo.
-¿Tom? –cerró los ojos dejando escapar unas lagrimas entre felicidad y dolor. -¿Tomi? ¿Estás ahí? –preguntó Bill asustado.
-Bill… ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? Menos mal que te oigo.
-Sí creo que estoy bien, por favor Tomi ven a salvarme. Tengo miedo.
-No te preocupes, tengo todo lo que me piden. Solo faltan un par de horas para que te baya a buscar.
-¿Tom?
-Dime
-Yo quiero decirte que…
-Se acabaron los 2 minutos – El hombre de antes le quitó el teléfono a Bill y colgó.
-¿¡Bill!? ¡Bill! ¡Mierda!
No te preocupes, te salvaré cueste lo que cueste.
Fin del flashback.
Eran las 10 de la noche, quedaban tres horas para la entrega. Decidió meterse en el coche e ir ya al lugar citado, se llevó algo de ropa para Bill que seguramente la iba a necesitar.
Al cabo de una hora encontró el edificio, se tardó tanto porque desconocía la zona y era la primera vez que iba por allí. Las calles eran oscuras, de vez en cuando había una farola que iluminaba un poco, tampoco había nadie en aquel lugar tan siniestro y desolador. Tenía los seguros del coche puestos, no querías correr ningún riesgo más que nada porque llevaba un 1 millón encima.
Se paró ante el edifico gris medio en ruinas y permaneció allí en silencio contando los minutos que faltaban para volver a ver a su querido Bill.
De pronto recordó algo de su infancia.
Flashback.
Tendrían ellos unos 10 años, la edad que ambos odiaba debido a los abusos escolares.
Un días que Bill salió a casa de su mejor amigo, Andreas, lo cogieron otros niños del barrio y le pegaron una buena paliza. Casi matan a su hermano pequeño solo porque él quería ver su serie favorita y por eso no lo había acompañado.
Tom estaba muy tranquilo hasta que le recorrió un escalofrío por la espalda y pensó en Bill. No sabía por qué pero salió a buscarlo, cuando vio a su gemelo tirado en el suelo de la calle, (a escasos metros de la casa de Anderas, casi inconsciente con un hilo de sangre salir por su boca se juró asimismo que jamás lo iba a dejar solo y que iba a acabar con todo aquel que le hiciera daño.
Fin del Flashback.
Había roto su juramento pero no se iba a dar por vencido.
Las 23:49.
Debía ponerse en marcha.
Bill llevaba horas sentado en su esquina recordando cada una de las vivencias de su vida, estaba aliviado por una parte por realizar su gran sueño de ser cantante y de recorrer el mundo con sus amigos, peor por otra parte arrepentido de no haber confesado sus sentimientos a Tom por miedo a la sociedad y por miedo a ser rechazado.
-¡Princesa! Tu príncipe viene a rescatarte, ¡vamos! – Bill se levantó despacio, tenía las piernas entumecidas. -¡No tenemos toda la noche! –gritó.
Cuando Bill se había acercado lo suficiente al secuestrador, el hombre lo cogió del cuello y le puso una pistola en la cabeza.
-Muy bien ahora ten mucho cuidado con lo que haces. –Él asintió con cuidado.
El secuestrador caminó con él hasta una habitación muy iluminado que dejó a Bill un poco ciego durante unos segundos hasta adaptar los ojos a tanta claridad.
-Venga, vamos a esperar a tu hermanito en la puerta.
Tom subía por las escaleras del edificio comprobando cada piso por si había rastro de Bill. Al cabo de unos minutos, cuando llegó al antepenúltimo piso se encontró con más iluminación. Despacio se acercó a la claridad y vio a su hermano sentado en el suelo de rodillas con las manos atadas y la boca tapada con cinta. Dispuesto a avanzar vio como Bill le decía con los ojos que no se acercara. Se paró en seco. De pronto vio a alguien más a las espaldas de su gemelo, lo estaba apuntando con… una pistola.
-Vaya, ya llegaste. ¿Y el dinero?
Tom levantó el maletín.
-¡Qué bien! ¡Dámelo! –ordenó.
-¿Cómo sé que no mataras a Bill?
-Sencillo si no me lo das te pego un tiro y luego lo mató él. Así no lo sabrás. Bueno, tira el maletín y yo te pasó al marica de tu hermano. –Levantó a Bill del suelo.
Tom lo pensó unos segundos, no podía confiarse de un tipo así pero tenía que intentarlo.
-Está bien. A la de tres hacemos el cambio – dijo.
-Okey – sonrío el hombre – Una.
-Dos –continuó Tom.
-¡Tres! –gritaron. El de trenzas tiró el maletín y el hombre le dio un empujón a Bill para que caminara. Antes de que el cantante llegara hasta Tom…
-¡No! –
…lo dispararon haciéndolo caer al suelo del impacto.
-¡Buenas suerte, imbécil! – El secuestrador echó a correr escaleras abajo, desapareciendo en la oscuridad.
-¡Bill! ¡Bill! ¿Estás bien? ¡Bill! –le quitó la cinta de la boca y cortó las cuerdas con una navaja que llevaba.
-Sí creo… que sí, solo me rozó el hombro –sonrió.
-Deja ver – en efecto solo tenía un rasguño había fallado, Tom respiró aliviado.
-Bill-abrazó a su gemelo con fuerzas sin evitar llorar, este igual comenzó a llorar.
-Tom… no vuelvas… no vuelvas a dejarme solo –suplicó.
-No, no, jamás. Yo… -tomó aire. – Te amo, no me apartaría de ti por nada del mundo, si tu mueres yo también.
-Tomi… -acarició su mejilla, lo miró a los ojos que tanto había echado en falta y lo besó con ternura. –Te amo, Tomi, siempre lo he hecho.
Se abrazaron mutuamente durante un largo rato.
-Vámonos al hotel, tu cuartada no durará mucho más.
Bill asintió.
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